“El síntoma más preocupante de esta crisis es la violencia instalada en todos los espacios de la
vida nacional”

La Red de Acción Social de la Iglesia Católica arribó al décimo aniversario de Constructores de Paz, un espacio en el que se dan cita miembros de 15 organizaciones de base para compartir sus experiencias de ayuda humanitaria, desarrollo comunitario y promoción humana. Este año, la reflexión estuvo centrada en la dignidad humana, que en medio del grave contexto político, económico y social del país, se ha visto seriamente afectada por un comportamiento social generalizado que promueve el atropello y la violencia.

“Cada vez se hace más evidente la violencia en todas las instancias de la vida nacional, desde el Estado con la violación de los Derechos Humanos, la violencia en las calles, en la relación con el otro, en las reacciones de la gente, en el seno de las familias, en el aumento del maltrato. Se ha ido apoderando de nosotros como población y ha ido entrando en nuestra cultura, “la guerra” como elemento presente. Y la guerra es lo contrario a la paz”, señala el comunicado leído por JuanSalvador Pérez, representante de la Organización Social Católica San Ignacio, ante más de 500 activistas comunitarios, reunidos en el Aula Magna de la Universidad Católica Andrés Bello.

“No se vale simplemente sobrevivir”

El padre José Virtuoso, Rector de la UCAB, inauguró el encuentro afirmando que en Venezuela vivir con dignidad significa “defender, exigir y luchar por nuestra dignidad. Una dignidad que nos ha sido arrebatada y no nos las van a regalar”. De acuerdo a Virtuoso ante las estrategias de control social y dependencia jercidas contra la población del país, las organizaciones sociales de la iglesia deben convertir la dignidad en una bandera de lucha no sólo en la exigencia de derechos esenciales a la salud, la alimentación, a la educación sino en despertar la conciencia de que cada uno somos personas, que tenemos derecho a exigir nuestros derechos fundamentales y a ser dueños de sueños y de la esperanza.

Monseñor José Trinidad Fernández, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Venezuela, llevó el saludo de parte del cuerpo eclesial a los asistentes, reafirmando que la iglesia católica está comprometida no sólo a denunciar las situaciones que comprometen la dignidad sino a crear alternativas para superar la crisis y crear espacios para la reconciliación, la solidaridad y la paz. “La escala y la naturaleza lenta de la emergencia que hoy vivimos nos están mostrando que estamos ante una necesidad más profunda. El objetivo no sólo puede responder a salvar vidas, sino a protegerlas de las vulneraciones más violentas que ponen en riesgo la dignidad de una nación y menoscaba nuestro capital humano para la construcción de futuro”.

Afirmó que el trabajo de la iglesia va más allá de ofrecer ayuda material. “Es necesario estar siempre atentos a no caer en la tentación de vivir una caridad hipócrita o engañosa, una caridad identificada con la limosna. Si no hay relación personal con los pobres porque la caridad de dar limosna es falsa si no toca el corazón y el alma”.

Diana Vegas, directora ejecutiva del Grupo Social Cesap, recordó que quienes están trabajando en medio del caos de servicios esenciales y de la fragilidad institucional del país, debemos “sentir que hay mucha gente, que no estamos solos. Nos toca defender, resistir y reinvindicar la dignidad como derecho esencial. Nos toca en esta crisis no ser víctima sino sobrevivientes”.

Recuperar la dignidad en medio de la emergencia humanitaria La especialista en atención de emergencias y asesora nutricional de Caritas de Venezuela, Doctora Susana Rafalli, presentó una ponencia en la que colocó el acento sobre los principios éticos y técnicos que deben regir la actuación humanitaria desde el  enfoque de la Doctrina Social de la Iglesia. “La ayuda humanitaria es mucho más que administrar donaciones. Trasciende el contenido de una bolsa, de una tableta potabilizadora, de un kit de higiene. La acción humanitaria debe poder escuchar al otro, acogerlo, liberarlo de esa situación y restablecer el goce de sus derechos”.

Feliciano Reyna, Presidente de Acción Solidaria, expuso sobre el vínculo entre derechos humanos y la acción humanitaria, como un mecanismo de preservación de la dignidad humana. “El trabajo entre organizaciones ha generado información para documentar esta crisis, ver la magnitud y que no se olvide las responsabilidades. De este tránsito de los derechos humanos a la acción humanitaria también quiero rescatar el nivel de solidaridad, la capacidad de organizarnos, de formar vínculos para ayudar, para contribuir, evitar muertes y sufrimiento. Eso es la esencia de la acción humanitaria”.

Paola Bautista Alemán, encargada de cerrar las ponencias con el tema valores democráticos para la vida digna, alertó sobre los regímenes en que las personas son prescindibles y lo que importa es la justificación de una ideología. Señaló que en Venezuela deben crearse condiciones pre democráticas, en las que se recupere la centralidad de las personas, sin desdibujarlas sino valoradas en su singularidad concreta y espiritual.

Luego de las ponencias centrales se desarrollaron 12 espacios de formativos de manera paralela, donde participaron los más de 400 asistentes al Encuentro. Las mesas estuvieron a cargo de Provea, Cáritas, la Universidad Católica Andrés Bello, Fundación Centro Gumilla, Psicólogos Sin Fronteras, Fundación Mahatma Gandhi, Fe y Alegría, Espacio Público y el periodista Luisa Carlos Díaz.
Al cierre de la actividad, se presentaron las experiencias de solidaridad de la Prepara Familia, que tiene un importante trabajo de acompañamiento a las familias y los niños del hospital JM de los Ríos; Fe y Alegría y las Madres Promotoras de Paz, que nació hace varios años en Ciudad Guayana para concienciar a la familia sobre la reproducción de la violencia en el trato cotidiano; el Servicio Jesuita de Refugiados, y su caravana cultural, un espacio para la recreación y la hospitalidad de los migrantes; y la Fundación Latidos que trabaja en la comunidad de la carucieña en el estado Lara en la promoción de actividades culturales con niños, jóvenes y adultos mayores.
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